Los cuatro pasajeros abrocharon sus cinturones y asintieron sonrientes a las explicaciones de seguridad.
La nave despegó de la lanzadera rompiendo la barrera del sonido e inmediatamente aceleró hasta la velocidad de la luz. Los espectadores aplaudieron emocionados desde tierra.
El empresario multimillonario Calixto IX se reclinó en su asiento, sacó los pies de los zapatos y mientras observaba estrellas y planetas por la ventanilla, recordó que no le había puesto el ticket de aparcamiento al coche. Palideció durante diez años luz y luego sonrió nervioso a la azafata.
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